Sirvan estas palabras a modo de agradecimiento por la invitación a participar en la Asamblea de la semana pasada en Tumaco y también como reconocimiento a los procesos que vienen impulsando de autodeterminación de los pueblos negros en Colombia.
Solo llevo desde marzo en Colombia. En este tiempo he podido conocer mejor al PCN y este corto caminar con cada una de vosotras ha sido un total privilegio, un aprendizaje que me ha ayudado a crecer como persona y que ha reafirmado mi ambición por querer cambiar este mundo. Y en ese querer cambiar el mundo, Colombia y sus gentes se cruzan en mi vida, y ellas también me están cambiando a mí. Por eso estas palabras, que recogen algunos sentires de esta Asamblea.
La oportunidad de acercarme al territorio, Nariño, y a su gente que habita este trocito del Pacífico colombiano: comunidades negras empoderadas en la defensa de su territorio y sus prácticas ancestrales. La música, el ritmo, la danza y su gastronomía es algo que me ha impresionado mucho y que me llevo muy grabado en mi memoria; ojalá deje de ser un recuerdo y pueda repetirse muchas más veces. Ese será el mejor indicador del compromiso que asumí en la Asamblea para seguir acompañando vuestro proceso.
El orgullo de movilizar a los mayores y mayoras, personas que pese a haber dedicado toda su vida a la lucha por permanecer en el territorio, aún llegan a las Asambleas, porque vivimos en una sociedad que excluye a las personas adultas mayores. Yo suelo hablar mucho de necropolítica o la política de la muerte: la misma que se activó durante la pandemia, esa que dejó morir a las personas adultas mayores porque ya no producen nada para la sociedad en la que viven.
Ese es el mayor legado que deja esta Asamblea, y quién sabe si esto de la militancia, de la lucha política y social, eso de soñar que otro mundo es posible, solo sea cosa de mayores, y que cuando nuestros jóvenes sean adultos se articulen para dar continuidad a las luchas de los mayores y mayoras del Palenque. Ojalá no sea tarde y este mundo siga existiendo.
La transmisión intergeneracional. No esperaba encontrar tantos y tantas jóvenes en la Asamblea, y menos que desde el principio tomaran la palabra para hablar sobre temas que posiblemente sean incómodos. Los y las jóvenes se merecen mis respetos, y los mayores y mayoras mi admiración por su capacidad de escucha y autocrítica. Creo que fue uno de los ejercicios de encuentro entre diferentes generaciones más sinceros que he podido conocer hasta ahora en Colombia, y ese es el mayor legado que dejan para las nuevas generaciones.
La humildad en la palabra: cuánta verdad se escuchó en la Asamblea y cuánto saber reunido; unos pensares de lo cotidiano, de la vida, incluso de su sostenibilidad, que a alguien de ciudad le parece tan lejano.
La generosidad de cada una de las personas que he conocido la semana pasada en Tumaco; la apertura para contar(nos) los problemas del territorio y los suyos, para hablarnos de sueños y del deseo de permanecer en el territorio. Pero también la generosidad del Palenque Regional Kurrulao y del PCN, de Jimena, Yuli, Javier y Josu, por su acogida y por cuidarme tanto desde que llegué a Tumaco.
El dolor, la necesidad de contar, de hacer visible lo invisible. Seguir conociendo esa Colombia que entristece es uno de los mayores pesares de esta Asamblea. Cuántas heridas hay y qué importante poder sanarlas. Ojalá el Plan de Protección y Autocuidado oriente todo ese proceso para cicatrizar los dolores del territorio y de quienes los habitan, de quienes le apuestan a una vida digna y en paz.
La gratitud por darme la confianza para tomar la palabra y aportar algunas reflexiones; por vuestra disposición a escucharme y construir juntas conocimiento; por enseñarme muchas cosas que por mi condición de persona eurocentrada desconozco; por acompañarme en entender mejor vuestra historia de lucha y resistencia. Me queda claro que la conciencia afro despertó hace muchos años, desde los y las primeras cimarronas.
Y finalmente, la organización y convocatoria para la Asamblea, la capacidad de convocar a tantas personas que desde muy lejos algunas a más de cuatro horas llegaron a compartir sus inquietudes, quejas, proyectos y sueños con el propósito de construir una mejor Colombia.
Ahora, en representación de Paz con Dignidad, tengo el desafío de dar continuidad a todo lo que se habló en la Asamblea y ver cómo podemos seguir acompañando vuestro proceso.
Mi mamá se despediría en esta carta diciéndonos:
“Resistir, persistir y nunca desistir.”
¡Seguimos!
¡Alerta, alerta, alerta el que camina; las luchas de los negros en América Latina!
En Medellín, a 9 de diciembre de 2025.
Eneko Calle García
Presidente
Asociación Paz con Dignidad






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