Durante cuatro días, los Kuagros Kombilesa, Los Esteros, Ubuntu y «Aklese Juntao» vivieron una experiencia transformadora en el corazón de Buenaventura, en el marco de la Segunda cohorte de la Escuela Nacional Arkabuko Palenkero. Esta fue mucho más que una formación: fue un llamado a sentir, recordar y reafirmar el camino del pueblo negro en su misión de pervivencia, organización y libertad.
La jornada comenzó con una profunda apertura al territorio, reconociéndolo como un ser vivo, con su propio ritmo, memoria y dignidad. «Reconocer y respetar la existencia del otro ser que hay frente a mí, desde la sensibilidad» fue la premisa que guió los primeros encuentros. Se destacó especialmente la intervención de uno de los escuelantes Pacho, quien resaltó la importancia de incluir a los niños en el proceso organizativo, entendiendo que el relevo generacional no es una etapa futura, sino una responsabilidad del presente. Las juventudes no solo son el ahora, sino también el puente hacia lo que sigue.
En ese mismo espíritu de conexión, se llevó a cabo el taller de construcción de Guasá, donde se tejieron vivencias profundas en torno al saber ancestral. El maestro Enrique Bumbumri (Jhony) compartió su visión sobre tocar, sentir y «preguntarle» a la guadua, mostrando una forma de conocimiento que trasciende la lógica occidental. La escuelante Selene Gómez expresó que valora ese «toque natural» en el proceso de creación, que contrasta con la rigidez impuesta por la ciencia hegemónica.
El escuelante Ángel agradeció el espacio como una oportunidad para aprender y multiplicar conocimientos ausentes en su territorio, donde la pérdida de identidad se ha acentuado. El escuelante Jeison resaltó el valor del saber ancestral, señalando que muchas veces no se reconoce el tiempo, dedicación y profundidad de estos procesos por no estar legitimados desde la visión occidental. Enfatizó que estos conocimientos no deben llevarse solo en el papel, sino en el corazón y en la memoria.
El escuelante Daniel Justo reflexionó sobre el proceso de creación del Guasá como una ciencia y tecnología con propósito, método y espiritualidad propia. Gracias al taller, se sintió más cercano a un saber que antes admiraba desde la distancia. Por su parte, la escuelante Marcela manifestó que el Guasá es el instrumento que más la conecta con su raíz, y que, viniendo de Bogotá, donde estos saberes son poco accesibles, agradece profundamente la posibilidad de vivir esta experiencia.
El maestro Enrique concluyó señalando que el Guasá no es únicamente un instrumento musical: es una herramienta, un símbolo y una tecnología de resistencia. Acompaña rituales como la partería, la sanación, el duelo. Es un símbolo espiritual invisibilizado que urge recuperar y mantener vivo.
Posteriormente, la escuela se trasladó a la vereda Bajo Calima, donde la sabedora ancestral María Fidela García Murillo condujo un espacio de profunda sanación y reencuentro con los conocimientos tradicionales. Allí, los participantes se acercaron a una sabiduría que no se memoriza: se encarna. La medicina ancestral que compartió la Tía Fidela cura el cuerpo, pero también fortalece el espíritu y la identidad del pueblo negro.
Al retornar a la casa de gobierno donde se hospedaban, se realizó una reflexión colectiva. El escuelante Daniel, proveniente del Cauca, relató una escena conmovedora: un niño del territorio, al verlos llegar, dijo: “ahí vienen los ricos”. Esta expresión causó impacto, pues la mayoría de los participantes también luchan contra la opresión. Daniel concluyó: “ellos no valoran lo que tienen y no se dan cuenta que los verdaderos ricos son ellos, porque siendo niños disfrutan a diario sin temor”.
La Escuela Arkabuko Palenkero reafirmó que los saberes ancestrales del pueblo negro no se archivan: se viven. Que no se transmiten solo en aulas: se siembran en los cuerpos, se bailan, se soplan, se entonan y se sienten. No fue solo una escuela: fue un altar de la memoria viva.
Los participantes se llevan el deber político de salvaguardar y patentar los saberes propios, de devolverle al conocimiento negro su lugar central en la construcción de mundo. Como enseñó la Tía Fidela, el conocimiento no se impone: se cuida.
0 comentarios