“Traemos el humo en la mañana,
Y el fuego sobre la noche,
Y el cuchillo, como un duro pedazo en la luna,
Apto para las pieles bárbaras;
Traemos los caimanes en el fango
Y el arco iris que dispara nuestras ansias, y el cinturón del trópico, y el espíritu limpio.
Traemos nuestro rasgo al perfil definitivo de América”.
Nicolás Guillén
Se avecina el Gran Congreso.
En Quibdó, los días 23 al 27 de Agosto del presente año, se llevará a cabo el Congreso Nacional del Pueblo Negro, Afrocolombiano, Palenquero y Raizal, Congreso donde se colocará en escena la realidad de las poblaciones negras del país, a través de una agenda que abre una ventana para que se discutan los temas coyunturales del pueblo afro pero también, se abre como gran oportunidad para pensar estratégicamente en el papel político de las comunidades afrocolombianas y fijar una nueva ruta en la autoconstrucción poder del pueblo afrocolombiano como parte del pueblo colombiano.
Para nadie es un secreto que en nuestro seno desde las distintas expresiones organizativas, existen dos visiones fundamentales del mundo en general y del mundo afro en particular; por un lado estamos los que creemos en la necesidad de generar cambios profundos en la sociedad para ubicar al pueblo afrocolombiano al lado del resto de los sectores sociales, en un solo poder popular, en una nueva dimensión de lo que es la sociedad democrática. En ese sentido nos identificamos con el resto de organizaciones sociales que a diario están luchando por generar una nueva sociedad diferente a la sociedad racista, capitalista, machista.
Nuestra agenda hoy va de la mano con la agenda de los obreros, los campesinos, los estudiantes y de todos los sectores excluidos y golpeados por el modelo económico.
Por otro lado están los que creen que es sólo al interior de las relaciones políticas existentes, del régimen político vigente en Colombia, de los conciliábulos con los gobiernos de turno, donde se deben tramitar las soluciones de nuestro desarrollo como pueblo afro, punto de vista que le apuesta a mantener el statu quo. Mantener este viejo orden y no crear uno nuevo.
A parte de estos debates de concepción del mundo que existen en el seno del proceso organizativo afro, también hay diferencias marcadas por identidades regionales, que responden a intereses particulares los cuales hay que saber tramitar con el fin que los resultados del Congreso favorezcan a todos.
En ese sentir de lo regional sabemos que existen realidades complejas cruzadas por los problemas locales, ejemplo de ellos son la implementación de los mega proyectos de las locomotoras minero-energéticas de Santos, monocultivos, que responden al proyecto de país de la burguesía nacional y extranjera, los que a pesar de la cantidad de recursos económicos que estos movilizan, no le dejan utilidad a las comunidades negras asentadas en esos territorios. Las cuantiosas ganancias se van a las arcas de los monopolios internacionales o de las familias adineradas de Colombia, dejando a nuestros territorios en la miseria y dolor por la forma como este negocio afecta nuestro medio ambiente y la violencia que se aplica contra las comunidades con el fin de implementar la entrada de sus locomotoras.
Otro tema de gran envergadura en el Congreso es la representatividad de las comunidades, gran debate sin saldar, debido a las diferentes formas de entenderla. Hay quienes consideran que la existencia como organización les hace representantes auténticos del pueblo afro y en su nombre toman decisiones sin informar y sin consultar a las comunidades, pasando por encima de ellas en tratativas de élite de una nueva burocracia afro.
Pero también está el punto de vista que considera que la representación directa de las comunidades debe hacerse con ellas de forma consensuada; hoy debemos pasar de una forma de representación más ligada a las bases, sin repetir los errores de la representatividad construida de arriba hacia abajo, punto de vista desafortunado y antidemocrático contenido en la Ley 70 y que no permite construir democracia ni al interior de las organizaciones ni entre estas y el pueblo afro.
Las discusiones estarán también en el marco de la evaluación de la Ley 70, que si bien sirve como referencia, contiene avances, pero tiene profundos vacíos, francos retrocesos y trampas que consagran con una mano derechos y con la otra el modelo económico neoliberal, siendo consideraciones que hoy nos impulsan a ir mucho más allá de esta Ley.
Debemos recoger de ella lo que nos sea útil y complementar nuestras necesidades con nuevos elementos que le den más derechos realizables y que dignifiquen a nuestra comunidad, ejemplo de ello es el tema de la consulta previa, libre e informada.
Exigencia urgente es hacer efectivo el principio de “consentimiento previo e informado” adelantado por la Corte Constitucional, lo que significa que las empresas y los gobiernos deberían informar, no de los términos del contrato, eso es lo mínimo que deberían hacer, sino del valor (en toda la extensión de la palabra) de los bienes que se pretenden enajenar, de los impactos negativos a nivel ambiental, económico, social y cultural sobre las comunidades. Y aclarar que tal consentimiento informado previo, puede y debe, contemplar la posibilidad de la “negativa informada previa”. Si no, este consentimiento es casi una medida de coerción para que, si se cumple con la información previa, que habría que detallar, no haya manera de evadir que nos la van a imponer.
Otro tema no menos importante en la convocatoria del Congreso, es la agenda afrocolombiana con su respectivo Plan de Acción que responda a los nuevos desafíos del pueblo afro, se debe profundizar en este y no soslayarlo, pues, es fundamentalmente mejorar la situación de la población negra en Colombia, debemos abordar los temas: los derechos sociales fundamentales de la población afro, el derecho a la salud, derecho a la educación, derecho al trabajo, a la seguridad social, derecho a la vivienda, derecho a la identidad político territorial, derechos a la propiedad del suelo como patrimonio colectivo, derecho a la organización y participación pública, derechos económicos generales y comunitarios, derechos culturales y a las diversas identidades culturales, derecho a la cultura universal, derechos de los creadores culturales afro, derecho a la ciencia y la tecnología, derecho a la información, derecho al deporte, el tiempo libre y el esparcimiento, derechos ambientales entre otros. Quedarse sólo en el debate de los capítulos olvidados de la Ley 70 nos limita la visión de futuro.
Es bajo esta realidad del pueblo Afro, inscrita en la prolongada crisis económica, generadora de crisis política y social, así como del agravamiento de la crisis ambiental, el marco en que se adelanta el evento de QuibdóAnchor para el cual proponemos que se unifiquen las voces por la construcción de un Poder Negro mirando los procesos libertarios de nuestros modernos cimarrones. Implica recuperar las raíces históricas de nuestro pueblo; defender la soberanía; luchar por la democracia ante la ausencia histórica de ella, no simular un cambio sino promover la recuperación del país para todos y todas; luchar porque la democracia, la libertad y la justicia sean patrimonio nacional, porque el diálogo, la tolerancia, la inclusión social, la paz, la no explotación y opresión sean el camino cierto para construir una nueva sociedad, una nueva forma del quehacer político.
Vemos la necesidad de construir un nuevo proyecto de país que reconozca la pluralidad de los pueblos y culturas que lo conforman, que sea incluyente. Para lograrlo es necesario la construcción de un poder social alternativo, un poder popular, que no es pacto de élites, ni de organizaciones, que no podrá decretarse: el poder negro como parte del poder popular, es un proceso de acumulación, desde la raíz comunitaria afro en campos y ciudades, a partir de constituir formas propias afro locales, municipales, regionales y distritales, es un proceso que no se detiene: debe construirse y revisarse de continuo. ¡Es un proceso constituyente como pueblo afro en el fortalecimiento de sus cosmogonías, culturas y territorios!
Reclamamos el derecho del pueblo negro a ser actores fundamentales de las decisiones que afectan nuestras vidas. Más allá del reconocimiento como etnia, somos un pueblo, por lo que necesitamos un Estado distinto al actual que corresponda a nuestra idea de justicia, dignidad y prosperidad.
Nosotros exigimos que se haga efectivo el mandar obedeciendo: queremos un gobierno de verdaderos servidores de la sociedad y no uno que decida por el resto.
El Congreso de Quibdó debe abrir y estimular la creación de espacios de decisión, en todos los niveles, en los que la población participe activa y permanentemente: estos espacios van desde el ámbito de las políticas macroeconómicas, pasa por el diseño y participación en proyectos, programas, asignación y administración de presupuestos, libertad de asociación y autonomía organizativa, autogobiernos comunitarios y la potestad de ejercer formas propias de organización que conecten lo rural y lo urbano, por fuera de las establecidas en la Ley 70 que tanto nos han empantanado y servido para generar dependencia del gobierno nacional y gobiernos locales, lo mismo que para generar una frondosa burocracia que vive de estar regateando presupuestos para el interés particular.
Del Congreso de Quibdó debe salir con la convicción de construcción de un nuevo programa del Movimiento Social Afro, un programa mínimo de las reivindicaciones sociales, de sus problemáticas sectoriales y poblacionales, a saber: trabajadores negros, jóvenes, mujeres, desplazados por la violencia, afro universitarios, profesionales, desempleados, educación, salud, líneas definidas y plan de acción frente territorios afros y megaproyectos, pobreza y violencia en comunidades, población afro penitenciaria, artistas, de lucha contra el racismo.
Un programa que refleje la totalidad de la conciencia y ser social negro. Que recoja lo mejor y positivo de la Ley 70, pero no se quede anclado allí y avance a dar respuestas a las nuevas realidades y exigencias de nuestro pueblo afro en las grandes ciudades donde están nuestra mayoría de hermanos y hermanas y ante problemáticas y nuevas realidades del capitalismo actual que nos afectan como pueblo.
Entre lo blanco, lo mestizo y lo indígena, el pueblo afro reivindica su autonomía y su identidad étnica, que nos permite aglutinarnos y organizarnos frente a la negación histórica del racismo estructural y la discriminación cotidiana. Este es nuestro mensaje etnopolítico, porque el movimiento afro quiere contribuir a los cambios sociales y políticos profundos de Colombia.
“¿Cuándo veré otro color en el rostro de mi hermano?
¿Cuándo estaré dispuesta a morir en una lucha honesta?
¿Cuándo tendré conciencia de la lucha- para actuar o morir?
¿Cuándo caerán las escamas de mis ojos?”
Margaret Walker desde 1619.
Atentamente,
Colectivo Benkos Biojó
Colectivo Tiempos de Poder
Jimmy Viera
Efraín Viveros
Aiden Salgado
… siguen otras firmas