A sangre, fuego y templanza el Pacífico afro sienta su música, una música que nació con la tradición, la percepción del hábitat, el desarraigo y las relaciones sociales.  Del barco negrero bajaron el tambor denso y selvático de la entrañable madre África fundida en la piel, acompasando sus largas y exhaustas jornadas de trabajo con tonadas rituales y melancólicas, para luego liberarse como cimarrones de la esperanza y cautivarnos con su inagotable portal de ritmos que buscan  la emancipación vital de sus comunidades.

El proceso de mestizaje en América Latina fue tan acelerado, rico y abierto que la Africanía se conoce hoy gracias a la antropología como nuestra tercera raíz. Además de la profunda presencia de la negritud como elemento central de nuestra historia, identidad y espiritualidad, muchos hechos emparentan la historia contemporánea de África y América Latina, como la  pobreza, la corrupción, el analfabetismo, el armamentismo, la biodiversidad  natural y  una enorme riqueza cultural.

A principios de octubre estuve caminando por el Palenque El Congal, allí conocí  a  Diego Fernando Portocarrero,  a quien le llaman cariñosamente el profe, del Consejo Comunitario del Bajo Calima. Un antropólogo, un juglar, que ha crecido en medio de sabedores de su comunidad. Un ser humano con profundas raíces del Africa Bantú. Escucharlo en la aldea Matia Mulumba, armonizar con sus palabras la pre asamblea era comprobar que   la más grande riqueza espiritual de la ancestralidad africana y afrodescendiente que respira y habla desde su profundidad, es la quinta esencia  del vigor creativo de la palabra y de lo que hemos heredado de la madre África, el gran legado de una humanidad entera y resplandeciente que se condensa en el Pacífico con sus músicas y sus  culturas.

Luego en la Caravana Humanitaria por el cañón del Micay, observarlo sembrar esperanza  junto a los jóvenes músicos del conjunto de marimba El Jaguero en la plaza de Argelia,  espantando a los espíritus que invocan la muerte  y la desolación, a los espectros que acuchillan la tierra y el alma de las comunidades, me hizo recordar las sabias palabras del musicógrafo Luis Tasceche: “El Pacífico colombiano es África, la otra gran África que renace de muchas formas en las tierras colombianas y en muchos territorios de esta nación que respira musicalidad y belleza y que busca superar el rigor de muchas ignominias y contradicciones. Es el otro Dorado de la Humanidad. ¡Escúchenlo por siempre!”

-Buenas tardes profe,  ¿cómo estuvo la agenda de movilización social  en el mes de octubre?

Diego Fernando Portocarrero: Una agenda muy pesada pero con el compromiso que permite llevar la bandera del pueblo negro, visibilizando también las necesidades que tenemos en los territorios. Acompañando a la minga, que en un momento fue la minga del suroccidente, después se convirtió en la minga de la palabra cantada, la minga de la resistencia de los pueblos y llega a una minga nacional. Allí en PCN hemos estado acompañado este proceso, y es un balance interesante porque hacemos lo que tenemos que hacer, y es cantar, danzar llevar el arte a un escenario de resistencia. Llevarlo a esos escenarios es valioso y visibilizar todas las problemáticas del pueblo negro que también lo están asesinando, y erradicando de los territorios y que existen masacres sistemáticas en nuestros territorios, como el 2 de noviembre en Sabaletas … pero seguimos nosotros visibilizando y construyendo paz y vida.

-¿Qué ha sido lo más significativo de esta experiencia?

Diego Fernando Portocarrero: Lo más importante que surge de la minga es que se logró crear el pensamiento de resistencia colectiva.  Pensar que esto se hace conjunto, y no es cada uno por un lado, entonces se vio la voz y el poder del pueblo, eso se convirtió en una sinergia mágico espiritual donde cada uno dejo todos esos apegos y esos ademanes que no permiten que trabajemos en conjunto; porque la minga es una estrategia de trabajo colectivo para llegar a un fin propio que lo hace la comunidad negra, la indígena, los  campesinos, que lo hace todo ser humano que vive en comunidad.

-La minga alude a memorias ancestrales, ¿cómo llega a tí este verbo de minguear, desde tu comunidad?

Diego Fernando Portocarrero: Nosotros tenemos la filosofía del Ubuntu:  yo soy porque tú eres porque tú existes. Eso nos permite contar que nosotros siempre hemos trabajado en comunidad por eso decimos tenemos un territorio colectivo, donde cada uno desde sus pensamientos y matices de colores contribuye con algo propio. La minga fue la gran estrategia que permitió que el pueblo negro se liberara, con minga se hicieron trenzas, estrategias militares y espirituales, o sea la minga fue el gran modelo que permitió que el pueblo negro presionara a esa libertad, que  aún seguimos buscando otros tipos de libertad porque se han creado otras maneras de esclavitud. La minga para mí, es esa estrategia de apropiación que nos permite ser lo que siempre hemos sido como pueblo.

-Qué ocurre en Cali, con la minga ?

Diego Fernando Portocarrero: Es un ejercicio muy bueno porque en Cali se comenzó a pensar, somos suroccidente, somos Cauca y como Cauca pensar cómo vamos a funcionar, fue un trajín fuerte, y nos tocó decir que tenemos un mismo enemigo en común . Allí comenzó esa relación mágico espiritual que todos empezamos a decir: Somos un solo pueblo. Fue hermosísimo danzar y caminar la palabra por estas vías porque lo que nosotros llevábamos en estas vías era esperanza, era resistencia, era llevar el territorio al centro del país, decir acá estamos la otra Colombia que sufre pero que, en medio de su sufrimiento, se levanta y dice resistir no es aguantar, y como no aguantamos, vamos a decir estamos aquí en esta caravana.

La minga limpió estas calles, la minga sanó estos territorios, la minga despertó a las comunidades, la minga a donde llegó, dejó una huella, de la esperanza de un país nuevo, de una forma de vivir nueva en los territorios.

-¿Cómo fue el viaje al lugar del poder central ?

Diego Fernando Portocarrero:  En la minga había un trasteo de nuestros ancestros, había un trasteo que nos acompañaba nos daba un calor que necesitábamos que nos permite acoplarnos sin dejar de ser lo que somos. No sabíamos cómo nos iba a recibir Bogotá, porque los medios decían que llevábamos el covid- 19. El único contagio que nosotros llevábamos era libérate Bogotá, no aguantes Bogotá. Colombia tiene que mirar lo que juntos podemos conseguir.

Había una conexión espiritual impresionante, con decirle que nunca en la caravana hubo lluvia, y es que era un código que los ancestros, los orishas nos acompañaban en este caminar, y también nuestros hermanos que han sido masacrados Nosotros caminábamos por los vivos y por los muertos.

En cada momento estas reivindicando el poder de la cultura como dinámica de transformación y armonización en este país .

Diego Fernando Portocarrero: Realmente lo fuerte del pueblo negro es su oralidad, hablar. Nosotros hemos construido lo que somos en medio de una conversa, construimos pueblo y conciencia, pero también se materializa en que no somos solamente palabra.

Somos movimiento, somos ritmo, esa relación rítmica está en nuestro adn y cuando esa palabra se convierte en ritmo, se convierte en una palabra de resistencia. Por eso nosotros antes de llegar a ser ritmo, es hablada y se materializa en resistencia cantada.  Es muy importante  porque en medio del pregón, los tambores se liberan y empoderan cosas, y se vibiliza  lo que somos. La solución para ser libre está en nuestros territorios, por eso es que nos atacan.

En el pueblo negro hay una relación muy fuerte con el diablo, porque en nombre de dios nos castigaron, rompieron el palenque mental que teníamos. La música del Pacífico tiene una relación con lo que la iglesia satanizó, de todo lo que el blanco no podía hacer y cuando lo hacía el negro dijo que era producto de la brujería.

La identidad es el arte y es el argumento para generar posturas políticas. La esencia cultural es la que nos permite generar un discurso. En África quien toca un instrumento es una persona que tiene dotes tanto espirituales como políticos. Hoy queremos mostrar lo que se ha perdido porque ese fue el discurso de lucha cuando se conquistaron los derechos como pueblo negro. Y hoy hemos aprendido hablar como los otros, y hemos dejado de hablar con nosotros y de nosotros. El arte y la cultura reafirma el ser negro, y con la cultura se puede generar una autodeterminación, de resistencia, permanencia y vida de los pueblos

Por Harold Pardey Becerra