Más se tardó el presidente Chávez -en su reunión con Piedad y Colombianos y Colombianas por la Paz- en advertirle a su embajador Márquez que volvería de inmediato a Bogotá, cuando ya ciertos inefables personajes del alto Gobierno armaron el escándalo y acusaron a la oposición de estar confabulados con el mandatario venezolano para derrocar a Uribe a través de una “diplomacia paralela”.
José Obdulio Gaviria, principal asesor de Uribe, el cerebro gris detrás del trono y primo hermano y ex consiglieri de Pablo Escobar Gaviria expresó: “Hay una confrontación entre dos gobiernos, las raíces son profundas e implican la suerte de las dos naciones. El interferir, por razones de identidad política con Chávez, las relaciones de los dos Estados es el inicio, la puesta en marcha de un golpe de estado contra el presidente Uribe”, dicho en su estilo sibilino (eltiempo.com, 08-08-09).
Y agregó: “Hay que poner una alerta internacional contra ese complot que a través del discurso antinorteamericano pretende la desestabilización del gobierno colombiano”.
A este oscuro personaje lo han llamado el Fouché del régimen, el Montesinos de Uribe, etc., aunque a mi modo de ver es una replica ordinaria de José Ignacio Sáenz de la Barra, ese siniestro personaje que asesoró y ejecutó las peores atrocidades del General en El otoño del patriarca de García Márquez, sin cobrar un centavo, excepto un modesto sueldo, solo por el gusto de saciar la perversidad insondable de su corazón. En un magistral escrito, Carlos Gaviria, uno de los candidatos a la presidencia del Polo, recordó a Étienne de la Boétie, el Rimbaud de la política, para advertir sobre al proclividad de ciertos individuos, o sociedades enteras, a enajenar su libertad para someterse a una “servidumbre voluntaria”, como es evidentemente el caso de las huestes ‘fhüribistas’ o de José Obdulio que les ha servido, con un rigor digno de mejor causa, a Pablo Escobar, su familiar, y a Uribe su Patrón. Se dice, además, que padece una psicopatología que lo obliga a proyectar sobre sus antagonistas sus falencias, sus torvas intenciones.
Fabio Valencia Cossio, ministro del Interior y hermano de Guillermo León Valencia, ex fiscal regional de Antioquia y hoy preso por su complicidad con narcotraficantes de la peor calaña, dijo a propósito de la “diplomacia paralela”: “Quienes pretendan suplantar las relaciones diplomáticas del Gobierno lo hacen contra la ley y la Constitución” (eltiempo.com, 08-08-09), en clara alusión a los alcaldes o gobernadores fronterizos que desearan hablar directamente con el presidente Chávez.
Enrique Santos Calderón, ex director de El Tiempo expresa en su columna (09-08-09), acerca de la gira de Uribe y de su decisión de hacer volver a su embajador a Bogotá:
“Pese a todo, Uribe logró recomponer las cargas y neutralizar una posible censura a Colombia en la cumbre de UNASUR que mañana se inicia en Quito. Lo más positivo, al lado de la respetuosa posición de Chile, Uruguay y Paraguay, y del franco apoyo peruano (lo de Bolivia y Argentina era previsible), fue la actitud de Brasil, que elogió el gesto de Uribe y solo pidió garantías de que la cooperación militar con E.U. no afectara a terceros países. Debe recibirlas. Porque hasta ahora le ha faltado transparencia a este acuerdo.
“El que debe de estar amargado es Chávez, que esperaba un fiasco de Uribe. Ahora le dio por ordenar que su embajador regrese a Bogotá ‘a trabajar’. (¿Gestión de Samper y Piedad?) El día anterior había condicionado la normalización de relaciones a que Colombia renuncie al acuerdo de cooperación militar con E.U., que 70 por ciento de los colombianos respalda y que el propio Obama aclaró el viernes es una simple ‘actualización’ del ya existente. ¿Quién entiende al errático y calenturiento caudillo bolivariano?
“Con estos antecedentes, habrá que ver qué sucede mañana en la reunión de UNASUR. Donde la de Colombia no debería ser la única ‘silla vacía».
¿Ah? ¿Qué tal la última frase?: “Donde Colombia no debiera ser la única silla vacía”. Y esto dicho por el ex director de Alternativa, una de las revistas más radicales de la izquierda colombiana, allá por los comienzos de la década de los 70. Dicho por un ex guerrillerista a ultranza, que no hablaba sino que escupía plomo . Hoy es presidente de la SIP. ¡Lo que son los estragos del tiempo! Claro que en Venezuela tienen un caso peor: a Petkoff; Santos simplemente retornó a su clase social que temporalmente abandonó por puro esnob, porque estaba de moda, porque era chévere alinderarse con los jóvenes tiernos que incendiaron a París en las jornadas del 68, con aquellos niños que soñaban febrilmente con llevar la imaginación al poder. Algo tan irreal que no les cupo otra opción que aburguesarse al poco tiempo.
El potencial electoral en Colombia es de 24 millones de votantes. De estos aproximadamente 6 han elegido y reelegido a Uribe. Pero hay que descontar 2 millones que según Claudia López, destacada investigadora y columnista de El Tiempo, fueron llevados a las urnas por intimidación o porque les compraron el voto o por prácticas dolosas como comprar a los jurados. Dos millones de votos son espurios. No en vano cerca de 80 congresistas están siendo investigados o en la cárcel por parapolítica. Es decir, queda una franja uribista ‘pura sangre’ de 4 millones de personas contra 20 millones de votantes para una población total de 42 millones de habitantes. ¿De dónde saca Santos que el 70% de la población aprueba la entrega de la soberanía nacional al Pentágono? .( Es decir, que más de 29 millones de colombianos aprueban semejante exabrupto). De las encuestas que reconocidos personajes al servicio del gobierno frecuentemente manipulan para despistar a la población. El establecimiento termina por creerse sus propias mentiras.
Con todo, Santos puede tener la razón en lo referente a la gira “muda” de Uribe. Solo Evo y Cristina Fernández rechazaron de plano las bases militares en Colombia. Alan García, como era de esperarse, las aprobó efusivamente. Los demás, palabras más, palabras menos, resolvieron respetar la soberanía de Colombia y las decisiones que internamente se tomaran. Sorprendió que el cura Lugo, en general tan adusto y como reservado, se iluminara frente a la presencia de Uribe, nunca se le había visto tan contento y tan entusiasmado. Y Lula se ha vuelto un experto en las acrobacias y prestidigitaciones verbales que exige la diplomacia y el fariseísmo burgués. ¿Y en qué consiste el respeto a la soberanía de Colombia? En respetar la ocupación militar del país por parte del Pentágono con todos los riesgos que esta injerencia imperialista pueda traer para el resto de la región. En fin, tocará esperar los resultados de UNASUR. Ojalá no aparezcan más sillas vacía como anhela Santos.
Pero volviendo a la decisión del presidente de Chávez de aparentemente reiniciar las relaciones diplomáticas con Colombia -porque las comerciales no han sufrido más que percances en la frontera-, es necesario aclarar que el mandatario le expresó en su entrevista al Polo, ayer sábado 8 de Agosto, y luego en un reportaje a RCN que a pesar de restablecer a su embajador en Bogotá, las relaciones continuaban congeladas. Y luego le aclaró a Vicky Dávila de RCN (que estuvo apunto de un colapso “patriótico” luego de escuchar de Chávez que Colombia era un narcoestado, que Uribe era un mentiroso y que las Farc no eran terroristas) que revisaría las relaciones diplomáticas y comerciales con Colombia, lo mismo que todos los tratados firmados si Uribe insistía en su pretensión de entregarle 7 bases militares a los gringos, es decir, al Pentágono y al Comando Sur cuyo jefe, “coincidencialmente”, es el general Fraser, ex alumno del colegio Nueva Granada de Bogotá (¡)
Lo anterior para tranquilidad de muchos venezolanos y colombianos que con r
azón se ‘espelucaban’ ante la posibilidad de una nueva reconciliación y un nuevo abrazo, sin ninguna concesión por parte de Uribe, y todo por satisfacer las aspiraciones de la oposición colombiana expresada en Samper, el Polo y Piedad de restituir las relaciones a como diera lugar. Es decir, repetir el ciclo reiterativo del perdón generoso y de nuevo sentarse a esperar el golpe artero. Cualquiera se ‘jarta’.
Y es que es extraño, por no decir inaudito, que la oposición política colombiana resultara, sin querer queriendo, de vocera de los más caros intereses de la burguesía nacional que engorda incesantemente con el comercio bilateral.
Mientras los voceros del régimen se erizaban por un supuesto golpe de estado a manos de Chávez y la oposición, los industriales y empresarios respiraban relajados bajo el supuesto de que todo se normalizaba y que la pesadilla de perder los 6 mil millones de dólares no había sido más que otra pataleta inane de Chávez. Ya no pueden estar tan tranquilos, no pueden seguir apoyando a Uribe o a sus clones, no pueden sentirse resguardados de la amenaza comunista con las tropas gringas deambulando como Pedro por su casa en territorio patrio mientras pragmáticamente anhelan seguirse enriqueciendo con el vecino odiado. (No es sino recordarlos brindando con champán el 11 de abril del 2002).
No podía Samper enrostrarle al presidente Chávez los dos millones de puestos que se perderían con la cancelación de las relaciones comerciales. ¿De dónde sacó Samper esa cifra? No se sabe, pero suena mucho a truco neoliberal: exigir la flexibilización laboral, el trabajo a destajo, la pérdida de las prestaciones sociales, los despidos masivos, etc., para garantizar el pleno empleo (el cinismo de los ideólogos neoliberales no tiene fronteras). Serían más confiables las estadísticas de las Centrales Obreras, pero hasta la fecha no se han pronunciado. De todas maneras debe quedar claro que los más eficientes epígonos de la economía de mercado son los empresarios colombianos que no dudaron en reestablecer la esclavitud laboral para optimizar sus utilidades. Lo cierto es que los 6 mil millones de dólares van a parar casi en su totalidad a los bolsillos de los empresarios.
No obstante, debiera analizarse con cuidado la franja fronteriza en la que se diluyen las nacionalidades y hay una sola economía, una sola cultura, un pasado y un futuro compartidos. Y exigir un trato digno a los trabajadores. Es lo menos que se puede pedir. Ahora, si Uribe persiste un su triste papel de peón del imperio, Venezuela no puede echar atrás, no puede sostener lo insostenible.
Defiendo, por último, a la negra Piedad. Su corazón es tan grande y generoso como el de Chávez. Lo prueba el hecho de ser la persona más odiada y amenazada por Uribe y sus huestes. Es el único personaje colombiano de izquierda, a pesar de su empecinamiento en seguir en las toldas liberales, con talla presidencial, con estatura para provocar un profundo cambio en el país. Seguramente ha abusado de la generosidad de su entrañable amigo y maestro, el presidente Chávez. Pero es que no tiene a nadie más, como tantos colombianos desamparados. Chávez no es solo el presidente de Venezuela, tiene también responsabilidades continentales.
Por Luis Eduardo Saavedra
Colombia Plural