“Con Internet África podrá dar la imagen de ella misma que desee y será totalmente diferente”
Ory Okolloh es abogada y activista keniana, aunque lo que le ha hecho famosa dentro y fuera de su país es su actividad como bloguera. Primero fue su seguimiento de los debates del Parlamento kenyano -cuyas sesiones son cerradas- desde Mzalendo, una acción pionera y que forzó a los diputados del país africano a cambiar la ley y pasar a televisar sus debates. Pero fue su cobertura de la violencia que asoló Kenya tras las elecciones de enero de 2008 lo que la convirtió en una celebridad en el mundo digital. Para esta ocasión colaboró en el desarrollo de SMS Frontline -un software que permite publicar en una web desde el teléfono móvil- y que sirvió para mapear los actos de violencia y ayudar a prevenirlos o evitarlos. Un “invento” que ya ha sido exportado a otras latitudes y para multitud de usos diferentes.
Aunque sigue muy vinculada a la vida política y social kenyana, Okolloh vive en Johannesburgo, ciudad a la que se trasladó por “motivos personales” y fue allí donde se encontró con Gaur8.
En enero de 2008, tras unas polémicas elecciones, estalló una terrible oleada de violencia en Kenya y usted decidió responder desde su bloc. ¿Cómo se le ocurrió?
Yo era una -digamos- activista tecnológica desde hacía ya bastante tiempo. Creo que la tecnología es una buena herramienta para cierto tipo de activismo, especialmente para los jóvenes, que normalmente no tiene voz en los medios de comunicación. Así que yo usaba esta tecnología para hacer oír mi voz.
Después de estas elecciones, en las que hubo importantes acusaciones de fraude, se generó una tensión muy fuerte y la mayoría de los medios no hacían más que alentar esta violencia. Así que lo que yo hice fue abrir mi blog, que ya era bastante conocido, facilitando los comentarios, favoreciendo la participación de la gente que no se sentía representada en el discurso dominante y ayudar a crear un clima que combatiese la violencia y permitiera entender que es lo que pasaba, pues era muy confuso incluso para los kenyanos.
¿Cómo funcionaba?
Los testigo de un acto de violencia podía publicar de forma inmediata lo que había visto, permitiendo un acceso directo a la información sin el control de los dueños de los medios de comunicación. Una información que podía incluir fotos, datos, voz… Esto permitió dibujar un mapa de los acontecimientos, saber que pasaba y donde, percibir como la expansión de la violencia no era espontánea sino que estaba preparada. Fue una herramienta de denuncia, pero también de prevención.
Una forma de abrir el blog fue permitiendo los mensajes mandados por SMS. ¿Fue muy difícil la parte técnica?
[Risas] Bueno, yo no soy programadora. Digamos que mi aportación fue idear esta opción y luego buscar el programador que pudiera incluir esta herramienta en mi blog.
¿Porque eran tan importantes los SMS?
El teléfono móvil es una tecnología que se está extendiendo muy rápidamente en África, más rápidamente que cualquier otra, hasta el punto que está cambiando muchas relaciones sociales. Además, la gente, sobretodo la más joven se siente muy cómoda y es capaz de sacarle mucho partido a sus móviles.
Así que era una forma de facilitar el acceso y la participación de muchas personas que quizás no tiene un ordenador o no lo tiene muy a mano. En este sentido incluir los móviles fue clave también por la inmediatez que permiten.
¿Cómo valora el éxito de la iniciativa?
Llegamos a tener 300 o 400 mensajes diarios durante tres meses. En total fueron miles de avisos y decenas de miles de visitas.
¿Y una valoración más cualitativa?
Pienso que el mayor impacto fue que la gente vio que con sus acciones individuales podía contribuir a cambiar las cosas, que no era necesario formar parte de una gran organización, y que tenía un rol a jugar. Pues en Kenya tradicionalmente la mayoría ha sido excluida de cualquier decisión política.
También se creó un sentimiento de ciudadanía y con una importante participación de género, pues muchas de las usuarias eran mujeres.
Después empezó a exportar la idea con notable éxito.
Sí, colgamos el código del software en internet y se ha adaptado a diferentes conflictos y situaciones. Durante las elecciones indias también se usó para prevenir actos de violencia y manipulación y Al Jazzera lo utilizó para mapear los ataques a Gaza, aunque en una experiencia diferente, pues combinaba la participación del SMS Frontline con un potente medio de comunicación audiovisual.
Inicialmente se pensó para momentos de crisis, pero se ha ido extendiendo para otros usos. En Madagascar sirve para mapear daños ambientales y reportar denuncias que los medios no hacen. En países como Malawi y Zambia se usa para monitorear los stocks de medicamentos en hospitales públicos. Cuando un paciente va a un hospital avisa si hay medicamentos contra la SIDA o la tuberculosis o si se han acabado y así puedes saber a que hospital ir. O sea que la sociedad civil realiza un seguimiento más eficiente que el de la propia administración. En Kenya se denuncian deficiencias en los servicios públicos como las cloacas, la electricidad o el transporte.
Es una herramienta muy potente para campañas de medios sociales y la sociedad civil y la gente va adaptándolo a sus necesidades, aun que sean muy diferentes del motivo original, lo que es realmente interesante.
Pero aun es temprano para saber que impacto tendrá en las sociedades africanas. Es evidente que a cada momento se le encuentran nuevos usos y nuevas capacidades.
Todos los ejemplos que me ha dado son de países del Sur. ¿No se ha usado en el Norte?
¿México cuenta? Allí se ha usado para seguir la expansión de la gripe A y también para denunciar las manipulaciones electorales.
Bueno, no del todo, yo me refería a más al norte.
Algunas organizaciones de los EEUU están trabajando en algunos proyectos, pero por ahora ninguno está funcionando aún.
En realidad lo que yo quería preguntar es si cree que las sociedades occidentales solo se miran solo a si mismas. Mientras todo el mundo tiene Facebook o Twitter nadie está al caso de iniciativas como la suya. ¿Es porqué surge de África?
Es difícil de responder a esto. Es evidente que nadie piensa que puedan salir iniciativas tecnológicas de África, pero hay personas e instituciones occidentales que se han interesado por mi proyecto y han puesto financiamiento, o sea que están la caso de cualquier propuesta venga de donde venga.
De todas formas, en general en Europa hay un desconocimiento muy grande de la revolución tecnológica que está viviendo África.
Sí, se piensa que África está fuera de las nuevas tecnologías pero esto no es cierto. Yo misma puedo ser un ejemplo: una mujer joven africana, que conoce el mundo de la tecnología y es capaz de utilizar sus recursos para progresar, no solo individualmente, también -y sobretodo- colectivamente, ayudando la comunidad. Sin internet yo sería solo una abogada más.
Si tienes acceso a internet puedes cambiar muchas cosas y los africanos están accediendo a la red de forma muy rápida.
Aunque el rol principal de esta revolución lo juegan los móviles.
Sí, son esenciales, pues permiten comunicar mucha gente que hasta ahora estaba aislada porque ningún tipo de comunicación terrestre llegaba hasta ellos.
Como ya decía los móviles se usan intensamente, para muchísimas cosas y aunque son caros, tampoco lo son tanto. Son asequibles para una mayoría.
Hace unos años
por 99 dólares tenías un móvil básico, que solo permitía llamar. Ahora por el mismo precio puedes acceder a internet, hacer fotos, videos, etc.
Y los jóvenes dominan perfectamente estas herramientas y las incorpora a su vida cotidiana a una gran velocidad.
Pero sigue dominando la idea pesimista de África, “el continente perdido”.
Infortunadamente esta visión está muy extendida en Europa, América del Norte y parte de Asia. Solo necesitas ver la CNN, siempre destacan las historias negativas por encima de las positivas
Cuando voy a hablar a estos países o me entrevistan siempre intento combatir esta imagen de África.
Esto quizás empieza a cambiar, pero creo que la responsabilidad es compartida, tanto por la prensa occidental como por la africana, que tiene una gran parte de culpa. Porque si no te gusta lo que estás oyendo, pues cambia de música, pero esto no se hace y los medios africanos van totalmente a remolque.
¿Y puede internet ayudar a cambiar está percepción de África?
Absolutamente. Internet ayuda mucho en este sentido pues permite establecer puentes directos no mediatizados, porque es cierto que, en general, los medios del Norte miran poco hacia el Sur y tienen una visión muy etnocéntrica, pero también lo es que hay mucha gente y organizaciones interesadas en establecer lazos.
África podrá dar la imagen de ella misma que desee y será totalmente diferente.
¿Qué necesita África para consolidar su revolución tecnológica? ¿Ordenadores baratos?
Necesitamos ordenadores en las escuelas, en los barrios… y para esto es importante que sean más baratos, pero también que funcionen según nuestra manera de entender el mundo.
Pero lo que más necesitamos es un cambio en la educación, que esta ponga más énfasis en la innovación, en la parte práctica. Puedes construir escuelas y hacer memorizar textos a los niños pero también tienes que enseñarlos a tener iniciativa.
En las facultades de ingeniería no existe una cultura emprendedora. Parece que el africano solo pueda ser asalariado y no empleador y cuesta pensar en clave de crecimiento propio y no de esperar a que vengan a desarrollarnos.
Deberíamos de dejar de mirar tanto a Occidente en busca de ayuda y empezar a encontrar nuestras propias soluciones.
Volviendo a Kenya. También creó un blog donde se publicaban los debates del Parlamento kenyano, cuyas sesiones son cerradas. ¿Cómo se puede hacer esto?
Es importante que el trabajo de una institución como el Parlamento sea conocida por la ciudadanía porque lo que pasa allá les afecta mucho. Y me parecía increíble que esas sesiones estuvieran cerradas a los periodistas.
Yo no podía publicar los debates pero sí los comentarios de sus miembros u otros testigos, así que me dedicaba a recogerlas y editarlas. Por suerte nunca me faltaron, aunque era mucho trabajo para una persona sola.
También había otras vías como los comentarios anónimos que me dejaban en el blog.
Y al final el Parlamento de Kenya cambió la ley y empezó a televisar sus sesiones.
Sí, realmente se demostró que hay un potencial enorme en el activismo tecnológico.
En mi país ya se televisan las sesiones parlamentarias, pero nadie las mira.
[risas] Bueno, en Kenya es igual. Los debates parlamentarios son muy aburridos. La mayoría del tiempo son frases vacías.
Pero no se trata solo de informar, también de que se pueda participar. En mi blog colgué una biografía de cada diputado y la gente las podía comentar, ampliar, etc. Y se dio el caso que algunos de estos parlamentarios comentaban los comentarios. O sea que se enfrontaban más o menos directamente a los ciudadanos.
De todas formas en Occidente, al menos en los EEUU que es el caso que yo más conozco, los políticos se perciben más separados de otras facetas como la economía, parece que no tengan tanta relación con la vida cotidiana, pero en Kenya esta relación es muy estrecha y visible para cualquiera.
¿Las nuevas tecnologías pueden ayudar a traer o profundizar la democracia?
Lamentablemente, para llevar democracia tienen que cambiar algunas cosas más que algunas tecnologías.
Pero sí que es cierto que pueden ayudar en algunos puntos, sobre todo en las democracias jóvenes que tratan de consolidarse y que dificulta el control de los periodistas, como se ha visto recientemente en Zimbabwe, donde internet a jugado un papel muy importante a la hora de movilizar la oposición.
En Kenya nos ha facilitado el trabajo político, pero al mismo tiempo corres el riesgo de quedarte en una realidad virtual sin que tenga ninguna incidencia en el mundo real. Aunque facilita la denuncia no es ninguna a garantía de cambios fundamentales.
Para esto se necesitan organizaciones potentes, reales, para las cuales la tecnología puede ayudar pero no las puede sustituir.
También se necesita un cambio en la cultura política, pero por suerte esto ya se está dando entre la gente joven. Y hay que pensar que en África la mayoría es menor de 30 años.
La democratización de África es un proceso complejo, pero yo creo que inevitable.
Joan Canela i Barrull
Gaur8