Piedad Córdoba asegura que la sanción de la Procuraduría que la destituye e inhabilita por 18 años es una persecución política orquestada por “poderosos sectores de derecha” y que el fallo carece de rigor jurídico. La senadora ya presentó recurso de reposición.

En entrevista con Semana.com, Córdoba negó ser colaboradora de la guerrilla de las Farc, como argumenta el Ministerio Público en su fallo, y reiteró que la sanción hace parte de una “persecución política en su contra que pretende criminalizar la labor humanitaria”. También respondió a la polémica fotografía al lado de Santrich, Márquez y Granda, y a la evocación que hizo de ‘Tirofijo’ como “ejemplo de resistencia”.

Dicen que usted tiene reparos a la competencia del Procurador en el fallo que la destituye e inhabilita…

Al destituirme, él se está atribuyendo una competencia del Consejo de Estado al quitarme la investidura por conducta concluyente. Ninguna de las faltas disciplinarias que estipula la Constitución está enmarcada dentro de lo que él está diciendo. Además, Ordoñez toma el expediente de la Corte Suprema y lo trastea a la Procuraduría. La Corte ni siquiera se ha pronunciado al respecto, a mí no me han abierto investigación.

Por otro lado valora una prueba que no existe. Los computadores no existen en términos probatorios porque se perdió la cadena de custodia y, según valoraciones de las mismas autoridades, los computadores fueron manipulados. Está absolutamente claro que esa prueba no se puede tener en cuenta, además es producto de un ilícito, como fue la violación al territorio ecuatoriano.

¿Qué va a hacer ante eso?

Todo este acopio de decisiones me sirve para denunciar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde sí está establecido el delito de persecución política. ¿Qué más persecución que el Procurador me aplique una resolución de Naciones Unidas para Afganistán de 1999 como terrorista, mencionada en la providencia?

Usted ha dicho que existen fuerzas que movieron al Procurador a tomar esa decisión ¿a quiénes se refiere?

El Procurador en este caso está actuando como un cuerpo colegiado con Álvaro Uribe, Fernando Londoño, algunos miembros de las Fuerzas Militares y del establecimiento.

Ordóñez hace parte de un sector muy importante de este país que hoy es el que se opone al tema de tierras, de víctimas, que justifican desaparición forzada, las fosas comunes, el exterminio a través de ejecuciones extrajudiciales. Él hace parte de todo ese grupo que se está sumando a una derecha mundial que más que ejercer el derecho a pensar distinto, lo que están es articulando la fuerza y sobre todo el control de las armas para asesinar, para desaparecer y especialmente para macartizar a todos aquellos que no estamos de acuerdo. Y ese sector encontró en el Procurador la persona expedita para llevar a cabo todo este tipo de conductas.

Detrás del Procurador hay todo un establecimiento, un sector muy oscuro del país, ese mismo que va por las cabezas de Horacio Serpa, Ernesto Samper y Alfonso Gómez Méndez. Es ese sector el que está realmente buscando la manera de que este país se encienda.

Yo me convierto en una figura que refleja lo que al Procurador menos le gusta: feminista y pacifista, porque a él lo que tiene que ver con paz y con Derechos Humanos se le asemeja al terrorismo.

Pero ¿no cree que se extralimitó en sus funciones como mediadora ante las Farc para la liberación de secuestrados, autorizada por el gobierno del presidente Álvaro Uribe?

No sé en qué me extralimité, además porque el fallo de la Procuraduría no lo dice claramente. Yo tuve en varios momentos tres decisiones del mismo Presidente facultándome para la mediación. No me extralimité en nada, no hice nada distinto a la mediación.

La Procuraduría dice que usted aconsejaba a las Farc…

El Procurador olvida que, según artículo 22 de la Constitución, la paz es un derecho, pero también es un deber de estricto cumplimiento. En eso me fundamento y no me extralimité. El grave problema es que ellos asimilan trabajo por la paz a terrorismo, o trabajo por la paz a pertenecer cualquiera de los grupos al margen de la ley. Entonces tendría que decirle que retroactivamente investigue a Fabio Valencia Cossio cuando se reunió con las Farc para buscar la paz, que también lo meta a la cárcel de una vez.

Eso hace parte de toda una estrategia muy grande que pretende arrasar con todo. Arrasar con los armados, con los que piensan y con los que luchan.

¿Coincide lo expuesto en el fallo de la Procuraduría con la información que el DAS entregó al gobierno de Uribe en el caso de las interceptaciones ilegales?

Es algo totalmente diferente. Lo del DAS es la estrategia que el Gobierno conformó para seguir, hacernos espionaje a un grupo de personas, y para hacerme carecer de legitimidad y credibilidad ante la opinión pública. En todo ese itinerario de espionaje público y privado no pudieron encontrar absolutamente nada que me vincule a un ilícito o me relacione con las Farc.

Para usted, ¿qué es hoy la guerrilla de las Farc y qué tipo de relación tiene con ese grupo armado ilegal?

Las Farc es una guerrilla política armada que se nutre de elementos para mantenerse, como por ejemplo el narcotráfico, pero tiene muchas otras cosas de las cuales vive. Llamarlos terroristas o bandoleros no ayuda en nada distinto a profundizar la guerra.

Yo no tengo ninguna relación distinta a la mediación y a la búsqueda de la paz. La liberación de secuestrados es sólo un elemento de la humanización del conflicto. En tanto no logremos avanzar en que esta guerra se acabe, tenemos que buscar mecanismos que permitan que los combatientes estén fuera del conflicto para una posibilidad de negociación política.

Yo me pregunto si en lugar de utilizar 70 helicópteros y aviones, como dijeron, 70 toneladas de explosivos –quién sabe cuánto costó ese operativo (contra el ‘Mono Jojoy’)–, ¿no es más fácil buscar el diálogo político para la humanización? Un operativo escandaloso cada tres meses no sabemos realmente a quién le está sirviendo. No creo que la política de guerra acabe con el conflicto.

Dice el fallo de la Procuraduría que usted tenía el compromiso de «promover y colaborar con el grupo insurgente»…

Con el fallo del Procurador lo que se quiere es criminalizar la tarea humanitaria, criminalizar el proceso de paz, criminalizar la posibilidad de un acuerdo y una salida política y negociada al conflicto. Es un instrumento que utiliza sectores del establecimiento con poder para impedir que sigamos trabajando.

Métanme a la cárcel, desde ahí seguiré trabajando o desde donde sea. No tengo miedo. Yo estoy del lado del país, del lado del pueblo y de la ética, defendiendo la vida humana, la democracia y defendiendo unas instituciones que tienen que funcionar no solamente para unos ricos y poderosos, sino para todo el país.

En su criterio, ¿hasta dónde debe llegar un mediador en el contacto con un grupo ilegal?

Lo primero que se tiene que pensar no es hasta dónde va una mediación, sino hasta dónde tenemos interés de hacer la paz y de acabar con el conflicto. La mediación es un instrumento, no es la decisión final. Hoy puedo ser yo, pero mañana puede ser otro como cualquiera de los que mediaron con las Autodefensas y para quienes no hubo ninguna descalificación. Yo creo que lo que hay que preguntar es hasta dónde está la decisión de avanzar en la negociación política y la búsqueda de la paz.

En un teatro en Medellín usted instó a los estudiantes a “luchar contra el establecimiento como lo hicieron María Cano, Camilo Torres y Manuel Marulanda”. ¿Poner como ejemplo a ‘Tirofijo’ no es una apología a las Farc?

Yo no puse a Marulanda como un ejemplo para seguir en la guerra. Lo puse como ejemplo de un campesino en resistencia y vuelvo y lo reivindico en ese sentido, porque él fue del Partido Liberal, como lo dijo hace poco Otto Morales Benítez cuando confesó cuántas veces habían hablado. Si ese campesino en resistencia hubiera tenido la posibilidad, como seguramente me la están cerrando a mí desde la institucionalidad, de defender lo que consideraba y para luchar por una sociedad de inclusión, seguramente esa guerra no existiría. Él fue una persona que resistió, luchó y el país hubiera podido tenerlo en otras circunstancias si hubiera querido abrirle las puertas y no declararle la guerra.

¿Y no denota acaso cierto grado de cercanía el hecho de que usted aparezca con boina y un ramo de flores en compañía de los guerrilleros Jesús Santrich, Rodrigo Granda e Iván Márquez?

Parto de un hecho: yo soy un ser humano y ellos también. El humanismo está por encima de todo. Ellos son colombianos y colombianas. Hacen parte de este país y los reconozco como tal. Pero nadie me critica porque me reúno con los paramilitares, porque almuerzo con ellos, porque me tomo fotos con ellos. ¿Por qué nadie brinca por eso? ¿Porque son del establecimiento? ¿Porque le sirvieron a la derecha de este país?

¿Qué querían, que llegara con un garrote a donde los guerrilleros o que llegara con un fusil para fumigarlos a todos para así hacer un acto heroico? La foto es muestra de una relación en la búsqueda de acuerdos de paz. Debo confesar que cuando me dieron las flores se me salieron las lágrimas. Eso hace falta publicar: lágrimas, flores y boina. Y eso no hace parte de ningún acervo porque en ese momento yo estaba haciendo una mediación y sólo es mediador quien es capaz de llegar a acuerdos.

¿Qué papel jugó usted en la relación entre el presidente venezolano, Hugo Chávez, y la guerrilla de las Farc?

El que estaba realmente autorizado para mediar como jefe de Estado era el presidente Chávez. En ese caso yo era como una auxiliar técnica. La única persona que tenía la posibilidad de hablarse directamente con las Farc era él. Yo no podía darles órdenes ni a Chávez ni a la guerrilla, a quien ellos reconocían como un jefe de Estado y que les daba confianza. Yo no era la mediadora entre Farc y Chávez, quien tenía más peso político era el presidente venezolano, no yo.

¿Qué sigue después de presentar el recurso de reposición ante la misma Procuraduría?

Presenté el recurso de reposición, no hay sino un recurso y es ante él mismo. Eso es una circunstancia que en mi caso no da garantías y que para futuro se debe pensar en una instancia totalmente diferente. Estoy segura que ante él mismo voy a perder, por eso acudiré al Consejo de Estado y posiblemente a la tutela, sin dejar de lado las acciones de carácter internacional.

¿Tiene esperanzas en que el Consejo de Estado reverse la destitución y la inhabilidad?
Yo creo que sí porque estamos viendo que las instituciones realmente funcionan en derecho. Yo no estoy buscando que me favorezcan, lo que estoy buscando que se actúe en derecho. Y en el caso de la Corte Constitucional, que se restablezca mi derecho y es volver al Congreso.

Si la destitución y la inhabilidad quedan en firme, ¿a qué se dedicará?

Seguiré trabajando desde la misma orilla en la que he venido toda la vida. El Congreso no es el único escenario para hacer el trabajo de paz o trabajo político. No veo ninguna posibilidad de que quede en firme la sanción, pero dado el caso de que así fuera, seguiría en lo mismo. No me imagino sentada en una mecedora llorando, tejiendo hasta que me llegue la muerte, ni me voy a suicidar ni voy a salir corriendo. Hay trabajo humanitario para mucho rato.

¿Se arrepiente de haber dicho o haber hecho algo?

Para nada, en lo absoluto. Creo que me ha faltado hacer muchas cosas y me ha faltado tiempo. Cuando uno tiene un compromiso tan absolutamente claro frente a la vida, frente a la humanidad, frente a la defensa de una sociedad, es muy difícil arrepentirse de algo. Lo que me ha faltado es tiempo para hacer muchas más cosas.

¿Qué les dice a las personas que la odian?

Que pierden el tiempo, porque yo no me preocupo por odios. El odio es un sentimiento que degrada. Uno no puede odiar a un ser humano porque piensa distinto. Todos los totalitarismos para mí son absolutamente rechazables. Lo único que les diría es que vamos a tener que sentarnos para pensar un camino diferente para este país.