Hernando Llano Ángel.

Por estas fechas de bicentenarios históricos,  el próximo domingo 30 de mayo o el 20 de junio, tendremos como ciudadanos y ciudadanas la excepcional oportunidad  de escribir la historia. Podemos dejar de ser anónimos oficiantes de conmemoraciones lánguidas, como la del grito de independencia de 1810, ahogado desde entonces por la politiquería de los mercaderes que consumaron el secuestro y la posterior  desaparición del interés y el bien público de la política nacional. Será nuestra oportunidad histórica para empezar a cambiar esa política que se ha escrito con sangre, odio, venganza y codicia de negociantes insaciables, en nombre de fantasmales y criminales instituciones camufladas bajo el falso ropaje de la democracia.

Impúdica y criminal “Democracia”

Hoy ha quedado de nuevo desnuda esa horripilante y tenebrosa democracia en el informe del relator de las Naciones Unidas para las ejecuciones extrajudiciales, Philip Alston, cuando señala que: “existe un patrón de ejecuciones extrajudiciales y la impunidad abarca el 98.5% de los casos”. Resalta el señor Alston: “Mis investigaciones encontraron que miembros de las fuerzas de seguridad de Colombia perpetraron un número significativo de ejecuciones extrajudiciales en un patrón que se fue repitiendo a lo largo del país”. Dado el escandaloso índice de impunidad de estos crímenes de lesa humanidad, el número de “falsos positivos” es todavía incierto, pero la cifra más próxima de semejante hecatombe es de 2.358 víctimas. Tal es el “Rumbo” que nos deja la gallinita de la Casa de Nariño y su cacareada “seguridad democrática”, ahora  que al presidente Uribe le dio por comunicarse en ese lenguaje cifrado de avicultor electoral y convirtió a Juan Manuel en ave de corto vuelo y de corral. Debe estar sintiéndose incomodo semejante halcón rapaz, que pregona como propios los méritos de otros  en la operación Jaque y culpabiliza a los demás de sus “falsos positivos”. Sin duda, estamos frente a un falso candidato, cuya identidad se debate entre ser un muñeco ventrílocuo o un halcón disfrazado de gallina. Pero esa mutante  identidad, entre ave familiar y predadora, la refleja muy bien su intimidante rostro e indescifrable mirada, que evoca más a personajes de películas de terror que a una figura pública digna de confianza.

Condena Política

En el 2007, cuando era ministro de defensa, se registraron 507 ejecuciones extrajudiciales, el mayor número de asesinatos de jóvenes inermes. Es verdad que después de depurar las filas militares de presuntos responsables, la cifra disminuyó, pero no desapareció, como lo ha demostrado el CINEP. Lo anterior significa que tanto a Santos como al Presidente les cabe responsabilidad política por omisión, pues sólo cuando fueron presionados por las denuncias de las madres de las víctimas y del defensor del Pueblo de Soacha, pusieron mayor atención y diligencia, disminuyendo el número de ejecuciones extrajudiciales. Al respecto, el propio ex-fiscal General, Mario Iguarán, explicando el nefasto efecto de la Directiva 029 firmada por el entonces ministro de defensa, Camilo Ospina, declaró: “¿No será que el afán por el positivo y las ansias por la recompensa está generando estos graves y oscuros sucesos. Allí puede estar diciéndose que hay recompensas por $3.600.000 para cuando se trata de bajas y puede haber una interpretación infortunada que lleva a lo delincuencial”. Para concluir que la Directiva 029 configuraba “un delito de lesa humanidad y de ahí la competencia de la Corte Penal Internacional”. Pero no hay que esperar un escenario judicial tan lejano e incierto, pues la mayor sanción en estos casos no es la condena penal, sino la política, para impedir que en un futuro gobierno de Santos se sigan incubando huevos tan putrefactos para la dignidad de una sociedad y oficialmente tan mortíferos para sus miembros más jóvenes y marginados. Justamente el próximo domingo 30 de mayo el juicio ciudadano puede expresarse condenando en las urnas a Santos a una derrota ejemplar, que incluso pueda significar su extradición de la vida política nacional, pues ni ética ni legalmente está habilitado para gobernar un Estado que se reclama democrático, cuya esencia es el respeto y la vigencia de los derechos humanos de toda la población.

Escribir otra Historia

Ese mismo domingo podemos empezar a escribir otra historia. La historia de una política que no se escribe con odio, ni con la codicia de los mercaderes. De una política que no está manchada con la sangre de la venganza, ni ahogada con las migajas asistencialistas del clientelismo oficial, que jamás colmará la sed y el hambre de justicia social que padecen las mayorías. Pero para ello se precisa del grito de independencia de la ciudadanía en las urnas, de su compromiso y cotidiana responsabilidad con el bien público superior: la justicia social como fundamento de la paz y la legalidad. Es necesario elegir a quien, por su pasado y sus ejecutorias en la vida pública, ha demostrado no sólo honestidad sino sobre todo competencia en aproximarse a esas metas. Metas que son de carácter colectivo y que nadie puede alcanzar en nombre de todos, porque la política no es un asunto exclusivo de los elegidos y mucho menos de los predestinados por apellidos Non Sanctos.  Es un asunto de todos. Las metas políticas, cuando son de interés y beneficio público, se alcanzan con el esfuerzo de todos los que están comprometidos con  una vida pública y personal digna, que va mucho más allá de una estrecha seguridad que se agota en el cuidado armado de la propia vida o de intereses personales, familiares o empresariales. Es el momento de escribir una nueva política, con todos aquellos que comprenden que una seguridad sin equidad no sólo es precaria, es una insostenible iniquidad: una “maldad e injusticia grande”, como la define el diccionario de la Real Academia.

Por todo lo anterior, quienes están dispuestos a escribir y protagonizar esa nueva política saben que deben contribuir con más impuestos para que haya justicia y no sólo seguridad. Para que haya más educación y menos marginación. Para que exista libertad y no amenazas e intimidación. Para que se pueda confiar y no temer. Para que nunca más se repitan los “falsos positivos”. Para que la política sea una actividad libre, pública y de concertación de legítimos intereses, en lugar de ser un campo de prisioneros, un refugio de mercaderes y un pulso entre criminales, como ha quedado reducida durante estos ocho años por Uribe con la ayuda de la  parapolítica y las FARC. En fin, el domingo y el 20 de junio tenemos la oportunidad de rescatar la política como una competencia  ciudadana que se desarrolla en el campo de la legalidad y no como un concierto disimulado y agravado para delinquir y gobernar en beneficio del “país político”. El domingo o el 20 de junio debemos empezar a escribir la política con letra ciudadana y comenzar a desterrar para siempre de su ejercicio a las armas, el crimen, el secuestro, el miedo y los privilegios que empolla la iniquidad de la gallinita Rumbo. Es la oportunidad histórica para cambiar de Rumbo y empezar a cultivar el árbol de la vida,  cuidando entre todos ese paisaje verde y generoso que nos regala nuestra portentosa Colombia. Es la hora del triunfo del “país ciudadano” sobre el “país político”, que nos ha legado una realidad vergonzosa e intolerable, más nauseabunda y penumbrosa que el galpón donde vive la gallinita “Rumbo” y su presuntuoso propietario.