El idiota con talento, al menos dos o tres veces al año viaja a Congresos Internacionales de su especialidad auspiciado por la USAID o la comisión Fullbrigth.

Cachas cachirulo, cachas cachimuel o cachas cachascán, o mejores te dibujo?


El idiota con talento abarca mucho y aprieta poco, solían decir los abuelos. Hecho el mucho, cree tenerlas todas consigo porque ha estudiado en universidades gringas y de las europas. ¡Cabrón, me tiene hasta el cogote! Pues todo lo quiere reducir a un acto académico, como si estuviera en alguna mesa redonda, un seminario o una conferencia. A todos manda a callar. Usté no sabe, yo si sabo, pareso papi y mami me cruzaron money, para educarme y desasnarles, tarea de analfabestias.

El idiota con talento anda de beca en beca, de ponencia en ponencia, de planificación en planificación. Cree a pie juntillas que la Pedagogía es la Gramática del pedo y que pasará a la historia al frente de la Secretaría Nacional de Plásticos Desarrollistas (SENPLADES).

No sé si el idiota con talento se acuerde de quién le enseñó a leer y a escribir, de que alguna vez hizo una polla (que tire la primera polla el académico que no copió), antes de dárselas de ducho en lo que a educación superior se refiere y pretende importar el estilo de la Universidad de York o de la Sorbona. Hecho el sabio, dice que la Universidad Ecuatoriana tiene que ser más mejor que la escuela de Frankfurt o de París.

¿Se habrá dado cuenta el idiota con talento que el Ecuador es multiétnico y pluricultural?

Yo tan he ejercido la cátedra en Universidades públicas y privadas, donde los idiotas con talento se reproducen como hongos del pie de atleta y se enojan si no se les llama Master, Doctor o PHD.

El idiota con talento hace gala de su arapiencia intelectual. Entre cóctel y cóctel recita frases aprehendidas de sus autores favoritos, frases que a él le hubiera gustado decir o escribir primero, y casi siempre saca a relucir su ridiculum vitae.

El idiota con talento nunca sale de su cubículo ni para mear, ocupado como está de hacer altas disquisiciones sobre el futuro de la humanidad, evadiendo la realidad, pues lo único que le preocupa es algún día probar su tesis y ganar el premio Nobel.

El idiota con talento, al menos dos o tres veces al año viaja a Congresos Internacionales de su especialidad. Auspiciado por la USAID o la comisión Fullbrigth, colecciona citas bibliográficas y diplomas sobre los temas más inverosímiles, como por ejemplo: “Cómo hablar en los círculos académicos y no hacer el foco”, “Nuevas tendencias para la desintegración regional”, “Discurso de género y sociopolítica del embudo”, etc, etc.

El idiota con talento es aficionado al dios Baco, bebe Cinzano, Gin and Tonic o whisky, olvidándose que antes, cuando era chiro, bebía Trópico, Norteño o Zhumir. En esos trances se siente iluminado y recita como loro los autores que ha leído y repite: ¿Cachas cachirulo, cachas cachimuel, cachas cachascán o mejores te dibujo?

José Villarroel Yanchapaxi