Por: Jaime Arocha
ESCRIBO ESTA COLUMNA SIN HABER hallado ni en prensa, ni en internet, seguimientos al proyecto de ley que el doctor Francisco Santos propuso a finales de mayo de 2009, para eliminar las inequidades resaltadas por la Comisión Intersectorial para el Avance de la Población Afrocolombiana.
Esa Comisión demostró que entre todos los colombianos, los afrodescendientes son los más discriminados, y en consecuencia tienen menos acceso a los servicios estatales de salvaguardia de la territorialidad colectiva, de salud, educación, empleo equitativo y remuneración justa. De ahí que a lo largo de la primera semana de junio, el Vicepresidente propendiera por acciones afirmativas como las de admisiones preferenciales de estudiantes negros en las universidades estatales, o las del empleo en altos cargos del estado y del sector privado. Habló como si el Gobierno ya hubiera puesto en marcha unas políticas claras al respecto, y de esa manera, universidades y empresas estuvieran infringiendo esa supuesta normatividad.
No sólo esas normas están por deletrearse, sino que el mismo Vicepresidente le ratificó a El Tiempo la idea oficial de que el racismo que ejercemos en Colombia es menos radical que el del apartheid, como si esos escalafones fueran moralmente admisibles. No obstante, asumiendo que, en efecto, el Gobierno vaya a optar por un cambio radical a reflejarse en el proyecto de ley mencionado, valdría la pena que también se fijara en soluciones como la que el Ceuna, Colectivo de Estudiantes Universitarios Afrocolombianos y Afrocolombianas, viene planteando desde 2007 para la Universidad Nacional de Colombia: al menos cuotas de admisión de un 10% para estudiantes afrodescendientes, ojalá provenientes de municipios con marcado analfabetismo, a quienes se les deberán ofrecer servicios de vivienda, alimentación, medicina y refuerzos pedagógicos que contribuyan a que se adapten a un medio académico más competitivo y al mismo tiempo valoren sus identidades étnicas diferenciadas en función del enriquecimiento de la diversidad del pensamiento universitario. Ceuna plantea que esa reforma incluya iniciativas a cargo de la Universidad de la Nación para mejorar el sistema educativo de las áreas de proveniencia, en un marco de compromiso con soluciones a largo plazo para superar las causas del desbalance étnico y racial. Del mismo modo, exige un nuevo pénsum para toda la comunidad universitaria que resalte la cultura e historia de los pueblos y naciones africanas y afroamericanas, el origen y persistencia de arraigados patrones de racismo y las modalidades de justicia reparativa y acción afirmativa, ideados por la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, a la cual me he referido en columnas anteriores.
Directivos de la Universidad Nacional ya han propuesto una cuota del 2% para estudiantes afrodescendientes. Pienso que esa oferta no se compadece con los ideales de justicia reparativa que deben servir de guía en este caso por razones que deletrearé en quince días. Por ahora, manifiesto mi adhesión a la propuesta del colectivo ya mencionado.
*Grupo de Estudios Afrocolombianos.
Universidad Nacional.
Disponible en:
http://www.elespectador.com/columna145978-acciones-afirmativas-universidad