Afro Colombia. El mítico litoral. Puente el Piñal. El silencio mañanero de un viernes de marzo. Maderos gigantescos brotan del agua. Tres embarcaciones reciben a docenas de pasajeros que han madrugado para viajar a la cuenca del río Mayorquín zona rural de Buenaventura. Un mar sonoro repleto del oleaje y el sabor ancestral del manglar nos convoca de nuevo al ágape espiritual que brindan las músicas entrañables de la madre del agua en la tierra: el mar de Yemayá, en el océano pacífico.

Por Harold Pardey Becerra aka zudaca boy de la calicalentura.

I.Viernes cultural de río espiritual

“ Se siente en lo más profundo/este cantar de mi gente… /La sangre da la vuelta al mundo/como el mar al continente. /Bailo con negra soltura en Tumaco y Ecuador, /en Guapi, en Buenaventura/y en la costa del Chocó. /El cantar que tú modules/ nunca tendrá la virtud /que tiene mi makerule, /currulao, berejú/makerule, berejú!”

Helcías Martán Góngora:

Las caderas se mecen de un lado a otro, hacia adelante y hacia atrás, al erótico compas del piano de la selva, la marimba, en furtivo romance con las semillas del guasá que agitan en plena armonía y sororidad tres jóvenes mujeres, junto a la ancestral percusión del bombo y el cununo que provocan la hermosa danza del currulao; la más liberadora, explosiva y representativa del pacífico sur por toda la vitalidad musical que despliega en propios y extraños.

Un islote de sonrisas blancas extasiadas, pieles negras, canelas, cobrizas, mulatas, blancas, genuinamente alborozadas, y mestizadas en algarabía, escuchan el programa cultural que brota de los labios del profe   quien me comenta que hoy es una noche mágica e indescriptible por la juntanza cultural de jóvenes de la cuenca de los ríos uniformados con camisetas blancas que en su espaldar exclaman: equipo de arte, cultura y espiritualidad.

Rota el guarapo, el viche curao con mata ratón en mate de coco para destilar la vida y alejar el corona virus. Se junta una etnia con la descomunal fuerza de la marejada que poseen los cantos tradicionales y las prácticas sonoras de las culturas vitales de los pueblos del Pacífico Sur, alimentando y nutriendo al público presente con los ritmos que simbolizan la memoria del cuerpo y el folklor de los pueblos del litoral.

Las culturas vitales de los pueblos del Pacífico logran crear una atmósfera contagiosa que es muy alegre y festiva. Es una atmósfera que nos envuelve y alimenta a todos los que asistimos a esta fiesta. La danza del Pacífico es una fuente de ideas para la música, en tanto sus símbolos poseen figuras y significados; le otorgan representaciones corporales a los gestos, a las ideas, a los significados, a la imaginación y los sueños.

Es una atmósfera inolvidable que en cada canto, en cada poética de los temas que se cantan y se bailan, nos muestran a propios y visitantes como está viva y presente una de las más ricas  maneras de expresión tan propias de los pueblos Afros que han creado estas culturas musicales tradicionales  que narran las lógicas de ver y entender el universo simbólico del Pacífico y que ilustran acerca de los sentimientos de pertenencia e identidad de quienes pueblan sus calles, sus ríos, sus montes, sus poblados y sus puertos en ese inmaculado territorio de leyendas y reescrituras.

Según el musicógrafo e investigador Luis Tasceche, en su libro las Sagas expone que “ Los ecosistemas de sus mundos imaginarios y sus representaciones sociales en medio de la inmensidad del mar pacífico es desde donde nos conversan y dialogan, cantando y bailando con sus gritos y cantos llenos de las prosodias que llevan los acentos, los pulsos y los compases de unas matrices rítmicas indelebles que por su oralidad, corporalidad y el lenguaje estético de las africanidades tienen en sus humanidades, todas las sumatorias de las memorias del tiempo de la conquista, la colonia, la esclavitud, la independencia y la modernidad con las resistencias de los procesos sociales que han implicado el desbordarse como sujetos humanos y como pueblos, en las infatigables  e inolvidables luchas por sus libertades en sus palenques, y en los libres albedríos de saber asumir el cimarronaje desde la dignidad en los espacios históricos de su condición humana. 

 Es desde allí de donde emergen sus notas musicales que circundan en la infinidad de las chagras sembradas con el pan-coger del plátano, la yuca, el maíz, el maní, la batata, el ñame, el chontaduro, las palmas de coco, los frutales y las hortalizas que están tatuadas en la experiencia vital de sus existencias desde el vestigio de sus venas, arterias, corazones, almas, sentimientos, cuerpos, cadencias y cuerdas vocales. Moradas que además de ser sus nortes y sus sures, también están en la biofísica de cada uno de sus riachuelos, manglares, selvas, maniguas, ensenadas, bahías y esteros que conforman los territorios del Pacífico Sur”.

 

  1. Jóvenes raíces trenzando el folklor

Al tercer día de corrinche cultural en Mayorquín, luego de la respectiva gorobeta nocturna de pescado pude acércame a uno de los jóvenes músicos que ya había conocido en el palenque el Congal, con su grupo El Jaguero, que también estuvo presente en la caravana humanitaria hacia el cañón del micay, para conocer su testimonio sobre esta bella experiencia comunitaria y cultural ocurrida celebrada a las orillas del río Mayorquín.

“Me llamo Jhonny Fernando Arroyo Valencia, tengo 31 años. y soy de la vereda de San José del rio Yurumanguí, y muy contento de haber nacido allí en ese lugar tan hermoso, y mi proceso artístico  es algo que llevo en las venas, de generación en generación, porque mi abuelo tocaba, mi tío también al igual que la familia de mi madre.

La agrupación Jagüero se crea con el objetivo de seguir manteniendo esas prácticas tradicionales del pacifico sur colombiano, porque vemos que se está perdiendo. El Jagüero, era un recipiente donde los ancestros echaban el oro, entonces cada persona de la agrupación se cree como un oro de Yurumanguí. Soy un músico de percusión que me gusta mucho enseñarle a quien lo necesite en los consejos comunitarios y por medio del PCN a estudiantes universitarios.

En este momento me desempeñó como coordinador de la agrupación que estamos creando de arte cultura y espiritualidad que surgió por la necesidad de crearse para trabajar y buscar estrategias para sobrevivir de la música, del arte, de todas esas cosas que nosotros hacemos por medio de nuestros instrumentos, las oraciones, y secretos que vienen de nuestros ancestros

Esta es una reunión de jóvenes para crear el grupo de arte cultura y espiritualidad, porque creemos que este el medio que debemos fortalecer para buscar opciones de vida a través de lo que sabemos hacer. Vemos que los muchachos están empoderados en este proceso y lo que hicimos fue reunirnos con los mayores, y decirles que nosotros ya nos montamos en esa barca, y queremos que ellos nos apoyen porque vemos que por este medio se pueden hacer muchas cosas, para evitar perder más muchachos en las filas que ya sabemos.

Queremos posicionarnos musicalmente y políticamente porque no queremos ser explotados más, queremos nosotros tener la batuta, porque en la música hay mafias, porque quienes estudian en colegios avanzados quieren venir a mandarnos, y para nosotros la música tiene también su parte espiritual.  Siempre nosotros arrancamos desde ese punto, siempre con   mística, con un mándala invocamos a nuestros orishas que nos den fortaleza, limpien el camino y la luz para seguir, porque la música es medicina, nuestros ancestros madrugaban a las cinco de la mañana, trabajaban todo el día, y en la noche armaban un arrullo y no había cansancio.

La música es una riqueza que viene de generación en generación, y por eso hay que fortalecer lo que está en riesgo en las cuencas del río y que no se muera, por eso nuestro mensaje es que de la música se puede vivir, si nos organizamos.  La intención de crear esta agrupación   es para jalar hacia un mismo objetivo, para seguir tocando puertas y vamos para Buenaventura, porque esto no se queda aquí hay que seguir avanzando para lo que queremos “.

[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=7efItQN7wJc[/embedyt]

III. Bonus Track/ Carlos Rosero en el Mikropohone

“Ife con sus pocos años y estatura toca el tambor, se sube a su sonido y después danza como un pájaro que ensaya vuelo. Esta noche la luna nos mira tímida. Más allá en algún rincón de estos manglares, los ancestros toman viche, conspiran, animan, callan, animan, callan, conspiran, hablan en el vientre “.