El ausentismo de la Etnoeducación en el pliego de peticiones que Fecode trata de negociar con el Estado neoliberal colombiano en cabeza de Juan Manuel Santos, se explica por la inexistencia de un proyecto educativo nacional en los altos dirigentes del Magisterio colombiano y por ende, en la Izquierda, en razón a que un concepto de Etnoeducación profunda, integral, única, decolonial y función de la visibilización de las etnias esenciales de la nacionalidad colombiana, es totalmente ajeno al cortoplacismo y limitación estratégica, de quienes en los discursos identifican muy bien los orígenes de los grandes problemas que afectan a la mayoría de colombianos, pero que en la práctica y a la hora de enfrentar al mencionado modelo económico en dónde más le duele, optan por pañitos de agua tibia, cuando no a la presentación de tácticas desatinadas que se estrellan contra la solidez de una sola y única política que afecta sin diferencias al pueblo, en todos sus colores y condiciones.
Un Proyecto etnoeducativo, que permee por igual a una sola Escuela, para todos, gratuita y laica, obviamente, se contrapone a la segregación educativa imperante, en donde a las mayorías, lo único que se les garantiza es mediocridad y en el peor de los casos, acriticidad, por vía de la exclusión de la enseñanza de la verdadera historia y filosofía, pero también, de la no apropiación de la historia, cultura, problemáticas y aspiraciones de las etnias.
Con la Constitución de 1991, se impuso la moda globalizante dizque reconocedora de derechos, entre otros, a las Etnias, pero en el fondo para consolidar el “divide y reinarás”, lo cual se tradujo en propiciar las desconexiones entre los sectores poblacionales objeto de una misma política neoliberal, a la cual increíblemente se responda desde “el rancho de cada quien”, incluyendo, como todos saben, que cada uno de los residentes de la casa busque hacer su propio ranchito. Entre las etnias, sobre todo entre dirigentes oportunistas y corruptos caló muy bien esta política estatal, fiel a la individualización y fragmentación que soportan la supuesta libertad y desmonte del Estado de derechos.
Quienes comprensiblemente imbuidos del discurso reparacionista y en defensa radical de la causa afrocolombiana, consideran que la Etnoeducación intercultural es una treta de la derecha para alejar a los negros de sus objetivos fundamentales, no han valorado la importancia de persistir en esa lucha histórica para propiciar la visibilización y búsqueda de mecanismos autónomos, pero también tener presente que al Estado neoliberal no le interesan los colores ni condiciones étnicas, sino disociar, para alentar el supuesto que en el marco de una globalización que concede “igualdad de derechos” a todos los competidores, la mano del mercado se encargará de proporcionar sus propios mecanismos de bienestar.
Por esta razón, es que una Etnoeducación profunda, está en la misma línea que MANUEL ZAPATA OLIVELLA confería a su pensamiento integral y práctica de intelectual orgánico comprometido del todo con la causa de los “condenados de la tierra”. En ese sentido, defendía por igual a indígenas y negros, pero al mismo tiempo, como lo señaló en LA REBELIÓN DE LOS GENES, fue el primero en denunciar los sesgos e invisibilizaciones acuñadas por los padres de la Constitución de 1991, los cuales de manera ambigua hablaron de indígenas y negros, ignorando la multiplicidad de denominaciones, tales como raizales, paeces, wayuu, palenqueros, etc.
Ahora, la defensa de la educación pública, se hace es a partir de la comprensión del conocimiento como patrimonio común, fundamento precisamente de la Escuela única, sin segregaciones ni fomento de la mercantilización, puesto que el saber no es compatible con la monetarización que propaga el consumismo, del mundo globalizado por la nueva acumulación capitalista. Y por ello, es claro que si buscamos mayores reconocimientos, visibilizaciones, recuperaciones y demás, lo lógico es, en medio de una sociedad que segrega, discrimina, ignora y propicia cooptaciones para sacarle partido a las políticas públicas por vía de mostrar cumplimiento de derechos, aunque todos conozcan las limitaciones y restricciones del orden jurídico-legal, apostarle de a una, por lo alto y de manera contundente a que al menos en el sector de la mal llamada educación pública, todos sus niveles sean permeados plenamente por la historia, cultura, problemáticas y aspiraciones de las etnias, todo ello, en función de una estrategia decolonial de fondo, puesto que el modelo neoliberal entre otros efectos, reedita en las etnias, el arrasamiento iniciado desde la colonialidad.
Por lo tanto, frente a la publicidad neoliberal según la cual, estando cada quien en su parcela la producción será mejor, hay que levantar la idea de contribuir a que los vecinos tengan la mejor semilla que nos da fruto a nosotros, ya que los depredadores huirán si los sembrados contiguos utilizan la misma calidad en lo que siembran. En ese sentido, aprovechando la expedición de listado de elegibles en el marco del concurso para etnoeducadores afrocolombianos, es el momento de articular acciones globales, para torcerle el cuello a las irregularidades y falencias que vienen cometiéndose, entre otras razones, por la inexistencia de divisiones etnoeducativas adscritas a las secretarías de educación, situación que está asociada con desaciertos e incumplimientos de ley, tales como la no puesta en práctica de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos-cea-, la confusión de esta con Etnoeducación y hasta el remplazo de esta última por Cátedra etnoeducativa, como se hizo por parte de la universidad de los andes en la fase de entrevista de dicho concurso.
Una actuación general, ejecutiva y acordada por altos dirigentes afrocolombianos, hasta podría sacar de sus errores a los dirigentes de FECODE, en donde existen algunos que hasta dicen que la Etnoeducación es un embeleco, pero claro, como no van a decir eso, cuando, tampoco su PEPA les ha funcionado, por no decirle nada a los docentes para dejar atrás la pedagogía bancaria que contribuye a la miopía y ceguera intelectual que precisa el régimen para perpetuarse.
NOS SENTIMOS EXCLUIDOS