Mara Viveros Vigoya

Usar la expresión Black Feminism en la actualidad no responde a un capricho sino a la necesidad de situar un feminismo en el contexto histórico en el cual surgió -la segunda mitad de la década de 1970 en los Estados Unidos. En ese momento, mujeres feministas africanas-americanas interpelaron a sus congéneres anglosajonas pidiendo ser escuchadas, para parafrasear el título escogido por Hazel Carby en su texto “¡Mujer blanca, escucha! El feminismo negro y las fronteras de la sororidad”. Este movimiento, que buscó construir herramientas para entender la forma en que las opresiones de género, raza y clase construyen las experiencias vitales de las mujeres negras, constituyó un verdadero giro teórico-político para el feminismo estadounidense.

El diálogo que suscitamos con nuestras invitadas Angela Davis y Gina Dent[i] durante esta semana de actividades, buscó motivar reflexiones sobre el Black Feminism desde nuestras propias preguntas. ¿Por qué no existe un pensamiento y un movimiento comparables en Colombia si bien hemos reflexionado sobre la diversidad de situaciones vividas por las mujeres y sobre la heterogeneidad de nuestros intereses?, ¿Por qué es escasa la producción teórica sobre mujeres racializadas, y aún más la producción intelectual y política realizada por las mismas mujeres racializadas, afros o indígenas?

Las teorías de la interseccionalidad se han desarrollado desde dos aproximaciones a la dominación. Una aproximación analítica y una aproximación fenomenológica. Desde la primera perspectiva, toda dominación es por definición una dominación de clase, de sexo y de raza, en este sentido, la dominación en sí misma es interseccional. Para la segunda perspectiva, lo que es interseccional es la experiencia de la dominación como en el caso de la violencia ejercida contra mujeres racializadas o de los empleos de los que quedan excluidas. La idea de que toda dominación es por definición interseccional implica por ejemplo que tanto las mujeres blancas de la burguesía como las mujeres pobres y racializadas son producidas por las relaciones de género, raza y clase. Sin embargo, las primeras, al gozar de privilegios de clase y color, no perciben ni experimentan las relaciones imbricadas de clase, raza y sexo que las producen, mientras que las segundas sí.

¿Cómo resolver estos retos teóricos?

¿Por qué a pesar de invocar el cruce necesario entre género, raza y clase, en la práctica académica se privilegia la intersección entre raza y género relegando a la clase sólo a una mención obligatoria? Desde Colombia podemos preguntarnos si esta ausencia está relacionada con el surgimiento de la perspectiva interseccional en los Estados Unidos, en donde se presume que sus ciudadanos y ciudadanas viven en una sociedad ‘sin clases’ en la que todos están dotados de iguales oportunidades.

¿Son las categorías de raza, clase, género y sexualidad los únicos marcadores que generan diferencias significativas y relaciones de dominación en la vida social? ¿Qué sucede con la edad como categoría clasificatoria en un mundo capitalista que sobrevalora la juventud y las características que le están asociadas? ¿Cómo lograr que los estudios de interseccionalidad hagan visibles no sólo los vínculos entre los sistemas de dominación que construyen la experiencia de algunos grupos sociales sino también entre sus luchas y resistencias? ¿Cómo crear pedagogías que permitan ver las complejidades y las singularidades de estas experiencias sociales y también las interconexiones entre estas historias y sus prácticas disidentes? ¿Cómo contribuir a la creación de alianzas y solidaridades informadas y autoreflexivas entre estos grupos? Estas son algunas de las preguntas que podrían orientar el diálogo con el Black Feminism desde Colombia.

Una semana de trabajo que comenzó con encuentros festivos

Respondiendo a la invitación que les hicimos desde la Escuela de Estudios de Género en el marco de la Cátedra inaugural de los Posgrados en Estudios de Género 2010, Angela Davis y Gina Dent conversaron en torno a las propuestas del Black Feminism para abordar dos temas de infortunada actualidad: las violencias y el racismo.

Quisiera destacar algunos de los momentos más significativos de esta semana. ¿Cómo olvidar el primer contacto que tuvieron Angela Davis y Gina Dent en el campus de la Universidad Nacional de Colombia con las mujeres negras, afrocolombianas, palenqueras y raizales provenientes de distintas regiones del país en la Jornada «Encontrándonos en torno a Angela Davis»? Ese domingo 12 de septiembre, hubo un corte de electricidad que nos obligó a continuar el encuentro a oscuras. El camino hacia el conservatorio de música de la Universidad, lugar donde transcurrió la jornada, estaba señalado con cintas de colores que ondeaban en las ramas de los árboles dando la bienvenida. A la entrada del conservatorio estaba Ochy Curiel, coordinadora del encuentro, junto a otras compañeras visiblemente emocionadas por haber realizado un sueño que habíamos acariciado durante mucho tiempo: tener la oportunidad de conocer a la mujer negra feminista que marcó nuestra juventud con su lucha por tantas causas sociales. En medio de la oscuridad, las palmas de las manos, las voces y los pies hicieron las veces de instrumentos musicales que dieron la bienvenida a las feministas africano-americanas, haciéndolas sentir parte de nosotras.

Perdurará igualmente en nuestras memorias el homenaje a Ángela Davis celebrado por la Escuela de Estudios de Género el lunes 13 en el teatro ECCI- El Dorado. A todas y todos nos invadió una alegría contagiosa, las mujeres “afro” sentimos que nuestra presencia ocupaba un lugar especial en este homenaje, tanto en el escenario como fuera de él.

Diálogos con la academia y los movimientos sociales

El martes 14 y el miércoles 15 de septiembre se llevaron cabo seminarios que nos permitieron conocer de cerca el pensamiento de Angela Davis y de Gina Dent y nos ofrecieron la oportunidad de profundizar en sus perspectivas teóricas y políticas. Para muchas y muchos de los asistentes era la primera vez que escuchaban a Gina Dent y pudieron descubrir su claridad y brillantez intelectual, su capacidad pedagógica para dar a conocer los enfoques del Black Feminism y del pensamiento de Angela Davis en relación con los temas escogidos.

El jueves 16, todas y todos asistimos a una escena que hacía mucho tiempo no se presenciaba en la Universidad Nacional: un auditorio abarrotado en torno a una figura intelectual y política, con las dificultades e incomodidades que esto generó para asistentes y organizadores. Vivimos juntos el susto y el rechazo frente a la irrupción en el escenario del grupo “Encapucharte”, que puso en evidencia las tenues y equívocas fronteras que en Colombia separan un acto violento de un acto reivindicativo, un poema de una agresión, una voz disidente de una voz intolerante. Y todas y todos disfrutamos de las palabras de Ángela Davis, lúcidas y visionarias al mismo tiempo, sobre las interconexiones entre el complejo carcelario-industrial y el complejo militar- industrial. Escuchamos su voz animada, al mismo tiempo, por la utopía de un mundo mejor pero consciente e interesada en la identificación de nuevos terrenos posibles de justicia y en la construcción de una propuesta de justicia reparativa y restauradora, como la que funda su militancia por la abolición de las prisiones, instituciones que continúan produciendo y reproduciendo hoy las desigualdades sociales, el racismo, el sexismo y la homofobia.

El viernes, Gina Dent continuó exponiendo algunos elementos en relación con las cárceles, nos recordó la importancia de inscribir nuestros trabajos en genealogías propias, labor que ha realizado el Black Feminism, e hizo alusión a la forma en que la religión es tratada como un tema racial, colocando al Islam y a las comunidades musulmanas en la mira del llamado “conflicto de civilizaciones”.

Igualmente nos invitó a pensar que las luchas antirracistas deben oponerse a toda forma de racialización y que si bien han tenido un énfasis particular en la oposición al racismo antinegro, se debe evitar la creación de jerarquías en torno a los distintos racismos así como generar competencias entre las distintas opresiones.

Por último, enfatizó la necesidad de anclar estas luchas en tareas colectivas cuyo ejercicio produzca felicidad.

Ideas clave de estas jornadas

Quisiera retener algunas enseñanzas de esta semana. Seguramente hay muchas más de las que voy a enumerar, pero quisiera, desde la Escuela de Estudios de Género y desde mi propia lectura de lo vivido, resaltar algunas:

·         El género es una construcción social, una noción relacional, una categoría que hace alusión a relaciones de poder y una forma de dominación social que se encuentra en la intersección de otras relaciones de poder.

·         El Black Feminism, como postura teórica y posición política, no es exclusivo ni excluyente, por el contrario, invita a visibilizar la experiencia de las mujeres racializadas para reflexionar sobre la tendencia de cualquier discurso, por más emancipador que parezca, a adoptar una posición hegemónica y a engendrar un campo de poder y de saber que porta en sí elementos excluidos, indecibles o disimulados.

·         La actitud autocrítica del Black Feminism evidencia la necesidad de ir más allá de lo que Wendy Brown denominó el “mantra multiculturalista”, raza, clase, género, sexualidad. El reto teórico y político consiste en llegar a una mejor aceptación de las diferencias entre mujeres y a un aprovechamiento creativo de estas diferencias para enriquecer nuestra comprensión de las relaciones sociales de poder y nuestras luchas comunes.

·         La identidad política no debe ser una condición previa al desarrollo de acciones políticas, pues ésta se construye en el proceso mismo en que tales acciones tienen lugar.

Creo que lo vivido durante esta semana de actividades construyó en la práctica, y sin necesidad de hacerlo explícito, alianzas interesantes y deseables, como las que se dieron con el movimiento de mujeres negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Me parece importante reconocer el aporte que hizo Angela Davis para que estos puentes fueran tendidos. Sus enseñanzas fueron muy útiles para renovar nuestros sueños de cambio, para remozar nuestros deseos de un mundo mejor, incluyente y más amable para todas y todos.

Para la Escuela de Estudios de Género fueron importantes tanto las contribuciones académicas de Angela Davis y de Gina Dent como su curiosidad por nuestras realidades sociales. Ellas nos hicieron partícipes de su compromiso a acompañar el proceso de las comunidades de la Toma, Suárez, en el Departamento del Cauca y a apoyar sus acciones en defensa de su territorio ancestral. Éste fue un ejemplo práctico de sus perspectivas interseccionales y de los vínculos que se pueden hacer entre las múltiples violencias, como el sexismo, el racismo y la desterritorialización de las comunidades negras colombianas.

Este tipo de enseñanzas que erosionan las fronteras entre lo académico y lo político y renuevan el sentido de la teoría y la prácticas feministas, son y serán muy bienvenidas en la Escuela de Estudios de Género, porque queremos llenar de contenidos reales nuestras perspectivas académicas, políticas y éticas.

Bogotá, Octubre de 2010

[i] Angela Davis es Profesora Emérita del Departamento de Historia de la Conciencia de la Universidad de California y una destacada activista de diferentes causas de justicia social. Gina Dent es docente del Departamento de Estudios Feministas de la Universidad de California y actual directora del Institute for Advanced Feminist Research.